Valor

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En nuestra mano está comenzar el mundo de nuevo. Se ha desencadenado un proceso sin precedentes en la historia humana: el intento de cambiar el conjunto de la realidad por medio del proceso consciente. El eje de este proceso es la transformación silenciosa que está teniendo lugar en el interior de cada uno de nosotros y que consiste en transmutar los falsos valores como el lujo, la fama, la ostentación, el egoísmo, la astucia y la pillería por otros auténticos, como la transparencia, la justicia, la honradez, la solidaridad, y la constancia. Pese a que la inercia externa insiste en llevarnos por el camino trazado por la superficialidad y el exceso, ha despertado en nosotros la necesidad de recorrer el camino de la autenticidad. Los valores que sustentan el mundo que nos rodea son el caldo de cultivo idóneo para la ansiedad, la insatisfacción, la infelicidad, la inconsciencia... y la destrucción.

Un número de personas cada vez mayor despierta a esta realidad y decide construir su propio mundo en medio de la neurosis social.
Otro gran descubrimiento es que la enajenación de nuestro tiempo es principalmente respecto a nuestro propio ser. Lo que implica que ser pionero en el siglo veintiuno constituye principalmente una aventura psicoespiritual. La mente humana ha sido esclavizada, sometida por un extraño parásito que se ha alimentado de ella: la indefensión externa. Una circunstancia que solo puede ser cambiada si recuperamos nuestro poder y nuestra responsabilidad y nos convertimos en artistas y científicos de nuestras propias vidas.



E
stamos dejando atrás el conformismo irreflexivo que nos ata y eso permite descubrir que estamos conectados a los demás y que cualquier cambio que logremos en nuestro interior afecta al conjunto.
La gran lección que el individuo ha aprendido de los últimos siglos es que no hay cambio sin que cambiemos, que la sociedad no puede mejorar si no mejoran sus miembros. Cuando un grupo significativo de individuos recupere su integridad surgirá de un modo natural un nuevo liderazgo que encarnarán personas que sepan emplear la única pedagogía verdaderamente eficaz: el ejemplo. Porque ninguna idea auténtica puede sobrevivir a menos que esté encarnada en personas cuya vida sea el mismo mensaje. Vivirán de acuerdo a sus principios porque sabrán que no solamente los fines, sino también los medios, deben ser honestos. Los verdaderos líderes no pueden estar sedientos de poder ni de satisfacciones personales.
Procurando dar preferencia a lo espiritual sobre lo material, al ser sobre el tener, a lo global sobre lo individual, a la cooperación sobre la competencia, a la calidad sobre la cantidad, al desprendimiento sobre el egoísmo. Estas personas sabrán renunciar a privilegios acumulados por los gobernantes del pasado y mostrarán que el valor característico de los líderes es vivir colaborando para desarrollarse de una manera sostenible y cohabitar con armonía las esencias de la condición humana.



Namasté nº 23 -revista de ámbito balear- & .Textos combinados.

Nada. Y, todo. Y todo.

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Cualquier camino es sólo un camino y no es ver­gonzoso, ni para uno mismo ni para los demás, abando­narlo si así te lo dicta tu corazón... 


Observa cada uno de los caminos, o ponlos a prueba tantas veces como creas necesario. 

Luego pregúntate a ti mismo: "¿Tiene corazón este camino?" 
Si lo tiene, el camino es bueno; si no lo tiene, no sirve para nada.





Sin título



El arte marcial es más que un sistema de lucha, es un sistema de pensamiento.
Tienes que pensar más rápidamente que tu adversario, sea cual sea la forma que adopte. Porqué algunos de ellos serán algo más que meros individuos.




Todos tenemos demonios interiores que debemos combatir; esos demonios son, el miedo, el odio, y la ira. Sino los vences una vida de cien años puede ser una tragedia, pero si los vences, una vida de un solo día puede ser un triunfo.


Versiones




El modelo mecanicista del universo dominó todo el pensamiento científico. Así, las leyes de la naturaleza investigadas por los científicos fueron conside­radas invariables y eternas, a las que el mundo se hallaba sometido.
Ésta tendencia a clasificarlas tiene su importancia hasta nuestros días, pues la mayoría de los individuos son cons­cientes de sí mismos como egos aislados, que existen "den­tro" de sus cuerpos. La mente fue separada del cuerpo y se le asignó la fútil tarea de controlarlo, causando así un aparente conflicto entre la voluntad consciente y los instintos involun­tarios. Cada individuo fue además dividido en un gran núme­ro de compartimentos separados, de acuerdo a sus activida­des, sus talentos, sus sentimientos, sus creencias...



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El pensamiento de que todos esos fragmentos -en nosotros mismos, en nuestro entorno y en nuestra sociedad- están realmente separados, puede considerarse como la razón esencial de la presente serie de crisis sociales, ecológicas y culturales. Nos ha disgregado de la naturaleza y de nuestros congéneres humanos.
Superando ahora esa fragmentación aparece la idea de unidad con una visión "orgánica". Pues todas las cosas y los sucesos percibidos por los senti­dos están conectadas e interrelacionadas, trascen­diendo la noción de ser un individuo aislado e identificándonos con la realidad última, espiritual y material al mismo tiempo.
Dado que el movimiento y el cambio constituyen las propiedades esenciales de las cosas, las fuerzas que causan el movimiento no están fuera de los objetos, sino que son una propie­dad intrínseca de la materia.




Foto central de Pat.